domingo, 14 de agosto de 2011

J.M. ABREU: LECTURA POLÍTICA DEL EVANGELIO DE JUAN...CONCLUSIONES


NOTA: ESTA PONENCIA FUE PRESENTADA Y DISCUTIDA EN EL ENCUENTRO SOBRE EL REINO DE DIOS Y EL SOCIALISMO DEL SIGLO XX EFECTUADO EN LA CIUDAD DE EL TIGRE, ESTADO ANZOÁTEGUI...

A MODO DE CONCLUSIÓN

          Podemos afirmar que la muerte de Jesús a manos de un poder político imperialista, y como reo político, plantea a nuestra teología evangélica una oportunidad de dar a nuestro pueblo una palabra fiel al mensaje del evangelio de Jesucristo, que responda a las necesidades del pueblo latinoamericano.

          Tal vez en nuestro contexto eclesial esto sea considerado como una politización de la teología. Consideramos que de una u otra forma la teología, como reflexión contextualizada en la historia humana, siempre ha estado politizada, más bien al servicio de intereses políticos y económicos poderosos. Ahora comienza a tomar su lugar de sierva para poder salir en defensa de nuestros pueblos. Negar el carácter político a la reflexión teológica significaría considerar  a la Biblia, Palabra de Dios, como un libro de leyendas, mitos y de realidades exclusivamente extramundanas.

          Acercarnos políticamente al evangelio nos conduce a ver la Escritura tal como ella es: una Palabra viva de un Dios Vivo, que nos habla ahora desde nuestra realidad social, compleja y contradictoria, porque es la Palabra de un Dios que se nos entregó en una realidad plenamente humana. Es decir, un Dios inmerso en una realidad histórica concreta y particular.

          Una reflexión política del Evangelio debe apoyarse no tanto en las amenazas que enfrentamos como cristianos evangélicos, sino en la clara enseñanza bíblica sobre el significado del hecho de Cristo. En este sentido, vemos la reflexión teológica de lo político como una expresión legítima de la obra redentora de Jesucristo.

          La Encarnación de Cristo es real, su Cruz se plantó en medio de condiciones históricas reales. La salvación, como dice el autor de Hebreos, se dio como un espectáculo público, no como una función de música de cámara (Heb 13:12). La redención trasciende, sin negarlo, los límites de lo meramente individual, y por lo tanto podemos mantener una postura crítica frente a toda estructura de poder que tienda a la desintegración del ser del hombre latinoamericano.

          Una reflexión política del evangelio se desprende del mensaje mismo de Jesús. Por él vemos que su proyecto final no impide que luchemos por la construcción de una sociedad mejor, más humana y más justa, empezando por nuestras propias comunidades de fe.  La perspectiva escatológica de la enseñanza de Jesús nos permite dar una palabra pertinente y contemporánea, y hacer de Jesucristo nuestro hermano aquí y ahora, y no un simple objeto de investigación histórica o religiosa, aunque también lo es.

          La escatología del NT nos muestra que Jesús es el mismo de siempre; el mismo que ayer condenó y fustigó las injustas relaciones de los hombres con el poder político y religioso de su pueblo.  Él es el mismo que con su Presencia, por medio de su Espíritu, en la vida de la comunidad de creyentes manifiesta el juicio que Dios ha pronunciado sobre toda estructura humana (Jn 16:8-11).

          Si el mensaje de Jesús fue presentado en medio de un poderoso Imperio, sobre el cual recargó su juicio como un mundo lleno de tinieblas, de engaño, de mentira y de muerte, el pensar teológico en América Latina, y especialmente en nuestras comunidades eclesiales evangélicas, tiene imperiosamente que desarrollar una expresión política, si es que queremos tener algún lugar en el mundo latinoamericano, y si es que queremos ser verdaderamente fieles a la totalidad del mensaje recibido de Jesucristo.

          El NT, y especialmente el Evangelio de Juan, nos enseña que la esperanza escatológica del cristiano es una realidad para ser vivida en las condiciones del presente.  Si Dios en Jesucristo ha juzgado al Imperio de Roma como un mundo tenebroso y hostil a la acción redentora y siempre liberadora de Dios, ya podemos gustar ahora de la autoridad en Jesucristo para juzgar también, en el Nombre de Jesucristo, al poder tenebroso de los grandes imperios económicos, políticos y religiosos que gravitan pesadamente sobre nuestra América Latina.

          No queremos decir con esto que el evangelio sea una ideología política, o una teoría social o económica, sino que nuestra reflexión teológica debe tener una expresión política en tanto que el mensaje del evangelio sea capaz de juzgar toda opresión humana, especialmente de los más pobres.

          El Evangelio de Juan nos enseña que la presencia del Logos fue un juicio irresistible contra todos los poderes tenebrosos, contra todo lo inhumano. En el  autor de este Evangelio, quien quiera que haya sido, encontramos a uno de los más profundos pensadores de toda la Iglesia cristiana de todos los tiempos, un conocedor profundo de su entorno social, político, económico, religioso y humano. Es decir, estamos en presencia de un extraordinario teólogo de su propio tiempo y realidad.  Al leer hoy su Evangelio nos ha llevado a una reflexión teológica más comprometida con el destino de nuestros pueblos.

          Hoy, como ayer, Jesucristo se nos presenta como la Luz del mundo, como el Cordero de Dios que quita la contradicción del mundo, las injusticias del mundo, el pecado del mundo. De nuestro mundo latinoamericano. Hoy, como ayer, Jesucristo se nos quiere dar como la Vida abundante, como la única liturgia reconciliadora mediante la cual Dios quiere que le adoremos.

          Si queremos que Jesús resplandezca en medio de las tinieblas que sobrecogen a nuestro amado mundo latinoamericano debemos, como discípulos que somos de él, tomar una postura verdaderamente profética, que transparente la misma luz, aquella que iluminó al hombre del siglo I y que ahora quiere iluminar, y alumbra, al hombre latinoamericano, sumergido todavía, quinientos años después de una supuesta evangelización, en las tinieblas de una larga noche de miseria, explotación, enfermedades, hambres, ignorancia y abandono.

           
J.M. Abreu
jmoenator@gmail.com

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