miércoles, 24 de agosto de 2011

LUIS GUEVARA: EL SOCIALISMO DEL PROFETA ISAÍAS


EL SOCIALISMO ES POSIBLE, SEGÚN EL PROFETA ISAIAS
Luis Guevara

Con una sencilla relectura y una sana hermenéutica del libro del Profeta Isaías se puede descubrir que sus palabras profetizan un estado socialista.

Aunque la totalidad del libro apunta hacia ese norte, a los efectos de este escrito, me voy a detener solo en algunos capítulos del llamado Tercer Libro de Isaías (caps. 40-55). Mi metodología consiste en destacar algunas frases claves que utiliza el profeta para presentar su mensaje y desde allí determinar su cosmovisión, su enfoque y propósito al escribir su libro. Finalmente llego a la conclusión de que ese estado socialista no es más que un acto de amor y justicia por parte de Dios hacia los pobres y afligidos, ante una situación de pecado y violencia institucionalizada, la cual Dios rechaza.

En Isaías, Israel es un pueblo oprimido en el exilio y es Dios quien tiene que actuar en férrea confrontación con los poderes opresores del imperio babilónico. Comenzando con el cap. 40, después de la destrucción que hicieran los caldeos (año 586 a.C), el pueblo de Dios es llamado a esperar su liberación, a mirar hacia su futuro, a avanzar hacia una nueva posibilidad, distinta al sistema opresor que le había aplicado los caldeos.

Este capítulo comienza con una nueva historia (vers. 1-2), donde el mensaje se centra en la palabra “consolaos”. El capítulo continúa recordando en varias ocasiones la liberación de Egipto y el camino por el desierto (vers. 3-5). En los versos 4-5 está concentrado un hermoso mensaje de liberación. Aquí Jehová es el Dios de la memoria histórica del pueblo. Es Dios el interesado en salvar a su pueblo explotado (vers. 12-31), el único, el incomparable, el capaz (27-31).

A partir de aquí, todo el mensaje que sigue en el libro es de liberación para un pueblo que ha sufrido una terrible historia de humillación, pobreza, sometimiento a los poderes opresores. Un pueblo que prácticamente estaba perdiendo su propia identidad. Había estado viviendo al estilo de vida que le planteaba su opresor. Pero, el libro de Isaías abre una nueva historia, son las “cosas nuevas” que él proclama, bajo la inspiración y mandato de Jehová.

El capítulo 41 se inicia con el llamado de un libertador para que proclame y le da palabra y ánimo. El mensaje es que el pueblo debe vivir en igualdad, amor y justicia. Que el bienestar humano comienza con las necesidades básicas. En los versos 17-20, Dios promete que cuando escasee el agua y los pobres, los afligidos y los menesterosos estén sedientos, no se van a quedar en ese estado. Dios va a escuchar su clamor, no los va abandonar, sino que les va a suplir agua en abundancia y les va a proveer para sus necesidades básicas. Dios va a utilizar su poder creador para hacer brotar agua de los sitios más difíciles, solo para suplir a los necesitados Aquí comienza a visualizarse la importante figura del Siervo de Jehová, que tanto destaca Isaías como el elegido para llevar a cabo el Proyecto de Dios para el mundo.

En el capítulo 42 se destaca su modo de actuar, sus acciones liberadoras (5-9). “Yo Jehová… te  pondré por pacto al pueblo, por luz de las naciones, para que abras los ojos de los ciegos, para que saques de la cárcel a los presos, y de casa de prisión a los que moran en tinieblas.” (Ver. 6-7) y sigue anunciando cosas nuevas. No se cansará ni desmayará, hasta que establezca en la tierra justicia y las costas esperarán su ley (ver. 4).

Pero en los versos 18-25 el pueblo alienado no “ve” el Proyecto de Jehová. Es que ya el pueblo ha internalizado la opresión ejercida por el imperio como su estilo de vida, como algo natural. Ahora no ven la intención de Dios, ni visualizan sus posibilidades. No les cabe en sus mentes la necesidad de hacer justicia, amor, fraternidad en su nación y en las demás naciones. El pueblo ve tantas cosas que hace Dios en el país;  sin embargo, no advierte, no descubre el plan de Dios (verso 20). La alienación dificulta mucho la comprensión y discernimiento del Proyecto de liberación. La entrega incondicional al sistema opresor durante muchos años los incapacita para ver las cosas nuevas. Por eso Isaías los califica de “sordos” y “ciegos”. Sin duda, Isaías estaba recordando la actitud asumida por el pueblo ante la promesa de liberación de Jehová por boca de Moisés y Aarón. “…Yo soy Jehová y yo os sacaré de las tareas pesadas de Egipto, y os libraré de su servidumbre y os redimiré con brazo extendido, y con juicios grandes” (Ex. 6:6); …pero ellos no escucharon a Moisés a causa de la congoja de espíritu y de la dura servidumbre” (vers. 9). Es decir, el pueblo quería seguir siendo esclavo del sistema opresor. Los 400 años en Egipto habían hecho un trabajo profundo en la población general y también en la mentalidad del pueblo de Dios. Por eso rechazaban el mensaje de Moisés y las obras de Dios. No lograban captar el plan liberador de Dios. El mensaje plasmado en el texto del profeta tiene el propósito de generar confianza contra la sordera y la ceguera porque siempre hay algunos que buscan a Jehová y hacen justicia al necesitado.

El megatema del capítulo 43 es la liberación, presentada como un nuevo éxito y para formar un nuevo pueblo con una nueva visión y un  nuevo proyecto de vida. Aquí está planteado como “un nuevo camino en el desierto” (43:16-21). Es un acontecimiento que ya está en proceso, pero no está terminado. Es camino y agua en pleno desierto. Interesante lenguaje metafórico utilizado por el profeta para indicar el nuevo estilo de vida que Dios quiere para su pueblo. Dios continúa insistiendo: “He aquí yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz ¿No la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad.” (43:19).

Desde los capítulos 50 en adelante, el profeta habla más sobre la figura del Siervo de Dios y ratifica la misión que trae el siervo: anunciar  el Proyecto de Dios, el estilo de vida diferente – de paz, igualdad, justicia y sobre todo, una lucha permanente a favor del pobre y el desamparado, el huérfano y la viuda. Esta lucha le acarrea terribles sufrimientos al Siervo (50:4-11).

El capítulo 51 destaca la misión fundamental del Siervo, que es anunciar al pueblo que su liberación está cerca (1-11) y el anuncio llega hasta los pueblos cercanos, las islas (4-8), bajo un esquema lingüístico de Instrucción-liberación-salvación. Todo esto viene también acompañado de una relectura que el profeta hace del éxodo. Ahora no es la ira de Dios, sino la consolación y la alegría del pueblo por la llegada de la esperanza.

El capítulo 52 continúa con los agradecimientos por parte de la comunidad, por las acciones, las nuevas promesas y la solidaridad del Siervo (1-10). “Cuán hermosos son sobre los montes los pies del que trae alegres nuevas, del que anuncia la paz, del que trae nuevas del bien, del que publica la salvación, del que dice a Sion ¡Tu Dios reina! Ya estamos claro que este Siervo es el Mesías que había de venir, el propio Señor Jesucristo.

Y ¿De qué manera encarna y asume Jesús este Proyecto? Luc. 4:18-19 dice: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos,  y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor.” Pero ¿acaso Jesús le dio cumplimiento cabal a esa visión-misión o solo la concibió mentalmente y se dedicó a otras cosas? Eso era lo que deseaba conocer Juan el Bautista cuando envió sus mensajeros a preguntárselo al propio Jesús. Jesús no dio respuesta directa, sino que englobó todo en una frase con una orden: “Id y haced saber a Juan las cosas que oís y veis…” Mat. 11: 4-5). Un tiempo después vemos a la iglesia primitiva testimoniando, en la misma tónica, sobre las acciones de Jesús (Hech. 10:37-39).

En conclusión, a través de toda la historia de la salvación, entendida también como liberación, Dios ha venido defendiendo y promoviendo todo aquello que contribuye al bienestar del hombre en forma integral. En el mensaje de los profetas del A.T. el amor y la justicia en el mundo es el norte que Jehová ha trazado para el hombre. La opción por los pobres, los necesitados, los menesterosos, las viudas, los huérfanos y los desamparados ha sido siempre su meta.

El combate contra los sistemas injustos, sean políticos, económicos, sociales o espirituales es el camino que Dios ha trillado y el cual nos ha dejado. Toda las situaciones de pecados, sean personales o institucionalizados, son condenados en el mensaje de los profetas. Dios aborrece toda estructura de poder que actúa con injusticia hacia los pobres y los necesitados. Esto incluye las estructuras religiosas injustas.

El mensaje en el libro de Isaías no se aparta en ningún sentido de esta dirección. En este libro queda claro que la liberación es posible, que el Proyecto de Dios es amor, justicia, igualdad, fraternidad, solidaridad, inclusión y paz. Que son cosas nuevas que están en proceso, pero que lamentablemente, una parte del pueblo alienado, ciego y sordo no lo “ve”, no advierte. Ha sido cegado por el sistema opresor en el cual nació y creció y ahora está sordo y ciego ante el Proyecto de Dios. El llamado del profeta en nombre de Dios es el siguiente: “Deje el impío su camino y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová. El cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar. Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová” (55:7-8).

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