Pobreza, riqueza e injusticia
Respecto a la identificación de la OP como opción por la justicia, podemos hacer alguna prolongación en lenguaje más aplicado.
• Si la pobreza de una persona o grupo es debida a que ha sido víctima de la injusticia[28] -y en esa medida-, Dios está de parte de ese pobre, contra su pobreza, y contra los causantes de esa pobreza-injusticia. Y lo está, necesariamente, de un modo «excluyente» de la injusticia de los injustos, y no simplemente con una «opción preferencial no excluyente».
Si se trata de alguna «pobreza» que no tenga que ver con la justicia («pobrezas naturales», de raza, de género, de cultura…) Dios no hace discriminaciones a ese respecto, ni «prefiere» en ese campo a nadie. Dios no prefiere ni posterga a ninguna raza o género o cultura por sí mismos.
• Si la riqueza de una persona o grupo implica injusticia -y en esa medida-, Dios está decididamente contra esa riqueza, contra el modo de vida que la genera, porque Él está de parte de los que sufren las consecuencias de la injusticia y en contra de los que la causan. Y está en esa actitud de un modo necesario y de un modo que excluye esa injusticia, y no con una opción sólo «preferencial hacia el pobre» pero no radicalmente excluyente del «modo de vida del rico»[29] que produce esa injusticia.
Si hay alguna riqueza que no tiene que ver con la injusticia (cualidades psicológicas, género, dones corporales y/o espirituales, azar…) Dios no hace ahí discriminaciones: ni prefiere ni posterga a nadie.
Dicho de otra manera:
• Si en la realidad social sólo vemos personas blancas o negras, pequeñas o grandes, fuertes o débiles, significantes o insignificantes… (es decir, diferencias simplemente naturales, no dialécticas, no conflictivas, no políticas[30]), sólo podremos llegar a pensar que Dios tiene alguna «preferencia» concretamente hacia los pequeños, débiles, insignificantes… pero no una «opción» o toma de partido excluyente (porque esto sería injusto de parte de Dios). El fundamento de esa «preferencia», efectivamente, podría ser la «gratuidad» de Dios, y la acción que postularía de parte nuestra sería la beneficencia, la limosna o el asistencialismo. Este es el caso de la OPP.
• Si en la realidad social somos capaces de ver personas empobrecidas por otras enriquecidas[31], razas dominantes frente a culturas dominadas, un género opresor frente a otro oprimido… podemos llegar a la captación de la evidencia de que Dios ahí no puede tener simples «preferencias», sino que toma verdaderas «opciones» y «se pone de parte de» los injusticiados y «en contra» de la injusticia, y esa opción de Dios es radical, disyuntiva y excluyente de la contraria. Su fundamento teológico no es la gratuidad de Dios, sino su Justicia, y, consecuentemente, conlleva hacia nosotros la exigencia de una «opción» semejante: radical, disyuntiva, exclusiva, con implicación de opción por un lugar social, y con un compromiso de praxis de transformación histórica. Es el caso de la OP.
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