PROCLAMA MOVIMIENTO ENCUENTRO CRISTIANOS POR EL SOCIALISMO
Durante los días viernes 29 al domingo 31 de julio de 2011, el MOVIMIENTO ENCUENTRO CRISTIANOS POR EL SOCIALISMO, realizó su V ENCUENTRO ORIENTAL, en el sector LA GUAYUTA, Municipio Guanta del Estado Anzoátegui. Los participantes presentes representados por pastores, líderes eclesiásticos, líderes políticos, representantes de los medios de comunicación y miembros de la iglesia cristiana en general, todos procedentes de los Estados Sucre, Anzoátegui, Monagas y Bolívar, fuimos convocados a participar de un análisis sobre el tema central: EL REINO DE DIOS Y SUS IMPLICACIONES, bajo la conducción del Prof. José María Abreu.
A partir de la reflexión sobre el tema en general, la discusión de algunos puntos concretos sobre las implicaciones socio-políticas, económicas, éticas y espirituales y la confrontación con nuestra propia realidad existencial, acordamos hacer público la siguiente PROCLAMA:
Declaramos que el REINO DE DIOS ciertamente tiene dimensiones que tocan tanto el presente como el futuro de la existencia humana y que alude a todas las esferas de la vida humana y de la naturaleza o cosmos, que es parte de la creación de Dios.
Declaramos que todo cristiano, como ciudadano del reino, tiene la insoslayable misión de cuidar, proteger y defender todo lo creado por Dios y está llamado a ejecutar esa mayordomía de manera concreta y visible, no solo en oración, sino también mediante el desarrollo de actitudes y acciones precisas que eviten la corrupción y posible destrucción del planeta.
Declaramos que el Reino de Dios trasciende sustancialmente cualquier respuesta humana a la problemática existencial del hombre en sociedad. En ese sentido, el Reino de Dios no es un partido político ni un programa social, sino un estilo de vida centrado en el bienestar integral que Dios busca para los seres humanos. Dicho bienestar está centrado en la vida y vida en abundancia, la cual Dios, el Dios de la vida, quiere dar al hombre.
Declaramos que cada cristiano es un representante e instrumento de Dios en el mundo para llevar la luz del evangelio a toda criatura. Para promocionar y defender los grandes valores cristianos como son: el amor, la verdad, la justicia, la solidaridad, la paz, etc.
Declaramos que el Reino de Dios no es un sistema o una organización, sino una señal o signo que confronta al hombre consigo mismo, con Dios y con los demás seres humanos. En este sentido, el hombre está permanentemente siendo interpelado a dar respuesta. Dios, en su propósito, hace un llamado permanente a que todo hombre, haga el bien y deje de hacer el mal. En este sentido, el Reino de Dios está en contra del otro reino: políticamente entra en combate contra la injusticia, el odio, la guerra, la mentira y la corrupción. Socialmente combate contra la pobreza, la miseria, la discriminación social, el odio. Está diametralmente en contra de todo tipo de explotación, discriminación y opresión de unos por los otros. Espiritualmente está en contra de la maldad y todo tipo de pecado.
Declaramos que el mensaje del reino predicado por Jesús es un reino positivo de salvación para el hombre, es liberación de cualquier tipo de atadura, esclavitud, desigualdad, opresión e injusticia y que alude, no solo, a la vida personal del ser humano, sino que va dirigido igualmente al sistema o ambiente que rodea a este ser humano, de manera que así como ataca las estructuras de pecado, injusticia y explotación, también proclama la liberación de las mismas.
El Reino de Dios se centra en la persona de Jesús y concreta su accionar en la tarea que Jesús asume y lleva a cabo como su misión en el mundo, según lo declara el evangelista Lucas, capitulo 4, versos 18-19: “El Espíritu del Señor está sobre mi, por cuanto me ha UNGIdo para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor”.
Admitimos que esta misión de Jesús está relacionada estrechamente con los grandes principios que sostiene el Socialismo Siglo XXI que actualmente adelanta el Presidente Hugo Chávez Frías en nuestro país. Aunque no afirmamos que el socialismo sea el Reino de Dios ni viceversa, si podemos admitir que la defensa del amor, la justicia y la paz les son comunes a ambos. Que la lucha por la igualdad, la solidaridad y la inclusión de todos los venezolanos para un mayor disfrute de bienestar integral -vida en abundancia-, también es el deseo común de los dos estilos de vida. Reconocemos que establecer esta relación implica tener que hacer una relectura de la Palabra de Dios y de la realidad venezolana, lo cual nos impulsa a tener que reaprender para aprender.
Por lo antes expuesto, hemos también decidido comprometernos con lo siguiente:
Romper personalmente con todos aquellos paradigmas o modelo de vida “cristiana” que echan de menos la atención de los grupos más vulnerables, los empobrecidos, los oprimidos, los explotados, los excluidos de las grandes riquezas y posibilidades que posee el país. Reconocemos con humildad que históricamente nos hemos restringido solamente a la mera y simple oración a favor de ellos, mientras que hacemos caso omiso de cualquier acción concreta que pueda ayudarlos a salir de su estado de miseria y postración. Sentimos que hemos estado actuando en total rebeldía ante el claro ejemplo que nos ha dado nuestro Señor Jesucristo, a través de su vida y ministerio, dentro de su propia realidad histórica.
Confesamos que nos sentimos interpelados por las palabras de Juan cuando dice: “Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón ¿Cómo mora el amor de Dios en él?. Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad” (I Juan 3:17-18). Y Santiago cuando dice: “Hermanos míos, amados, oid: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman?” (Sant. 2:5).
Igualmente y en el ámbito macro, reconocemos nuestra negligencia ante los pecados estructurales tanto locales, como nacionales e internacionales que nos atacan constantemente. Reconocemos que hemos actuado con complacencia y complicidad y en ocasiones, hasta en apoyo directo a las grandes potencias y sistemas políticos y económicos que oprimen a las clases desposeídas con actuaciones astutas ante nuestros propios ojos. Reconocemos que muchas veces nos hacemos solidarios con los medios de comunicación, vendidos al sistema mercantilista, que utilizan todos sus recursos para engañar con sus mensajes y hacer ver que todo es bueno y que estamos disfrutando de vida abundante.
Sentimos la necesidad y asumimos el compromiso de romper el silencio creando espacios de diálogo con las comunidades, propiciando la reflexión y acción que se deriven del estudio y proceso de relectura de la Biblia como Palabra de Dios y de la realidad.
Nos comprometemos a incrementar nuestra presencia, acompañamiento y formación de los sectores más deprimidos, utilizando empáticamente la pedagogía de Jesús, respetando las necesidades de los pueblos, reconociendo la dignidad de las personas que Dios ama tal como son, acompañándolos en la superación de su propia situación personal y familiar y facilitando su propia toma de decisiones. Igualmente reconociendo nuestros prejuicios y vulnerabilidades para superar los miedos y obstáculos que nos impiden participar en procesos de acompañamiento y formación de las personas en situaciones difíciles.
En nuestras relaciones con las iglesias establecidas, los movimientos cristianos y los grupos de acción comunitaria, sentimos la necesidad de promover su conversión, a través de conversaciones, encuentros, talleres, usando la metodología como la investigación-acción-participativa. Quizás sufriendo si es necesario, el tener que asumir los riesgos de escandalizar y ser rechazados. O tener que identificar y reconocer con humildad la estigmatización y la discriminación dentro de nuestras iglesias, para poder visibilizar e incluir a los grupos vulnerables. Igualmente sentimos la necesidad de ponernos a la orden de fundaciones u organismos que trabajen con las comunidades en situaciones precarias de vida o con grupos vulnerables. Comprendemos que esto exige formarnos para el trabajo de la unificación de criterios comunitarios, facilitar su propia reconciliación y asumir sus propios compromisos.
Firman la presente proclama, los participantes en el V ENCUENTRO, en Guayuta, el 30 de julio de 2011.

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