EL SOCIALISMO EN LA EPISTOLA DE SANTIAGO
Una sincera reflexión
Luis Guevara
Generalmente me siento incómodo cuando leo o analizo algún libro o pasaje bíblico y luego termino descubriendo que su enseñanza tiene sabor a socialismo. Eso ya me ha ocurrido con varios libros de la Biblia y centenares de capítulos y pasajes. Eso me produce una serie de extraños sentimientos y pensamientos. Desde mi niñez he aprendido que ningún tema bíblico puede ser interpretado para apoyar el socialismo. He aprendido que el socialismo es ateo, que no respeta los principios bíblicos, que eso no tiene nada que ver con Cristo y sus enseñanzas, que el evangelio es algo puramente espiritual y no social, que la Biblia no apoya al socialismo y nadie que se llame cristiano podrá hacerlo sin apartarse de Dios.
Ahora bien, me puse a estudiar La Epístola de Santiago y mientras me detenía a pensar en lo que estaba leyendo comencé a descubrir que esa carta es una tremenda base para un auténtico socialismo. El fundamento de un perfecto humanismo. Pero hago énfasis en lo “auténtico” porque históricamente reconozco que el socialismo se ha venido practicando en el mundo de muchas maneras; incluso, algunas, totalmente contrarias a su esencia. Igualmente aclaro que cuando me refiero a un “perfecto humanismo” no estoy apoyando el humanismo del siglo pasado, el cual ya feneció, quizás debido a muchos de sus errores. Me refiero más bien al hecho de que el contenido bíblico, el mensaje del evangelio, la vida y obra del Señor Jesucristo, los principios y valores del reino de Dios, todo apunta hacia un humanismo. Dios conduce, desde la creación del mundo, una intensa y permanente búsqueda y un plan completo en favor del hombre. Es un humanismo o una humanización que está perfectamente reflejada a través de toda la historia de la salvación.
No pretendo hacer un estudio exhaustivo de esta Epístola, por lo que saltaré capítulos y detalles de cada capítulo. Pero aún cuando hago solo un tratamiento somero, me deleito al descubrir que la Epístola de Santiago es un hermoso escrito pro-socialista. Confieso que nunca había notado esta característica.
Desde su introducción a la Epístola, Santiago, se presenta como siervo y dirige su epístola a los que están en la dispersión. Ya al identificarse como siervo me dice algo. Santiago es un apóstol, un misionero, un pastor, un siervo ¡¡Que hermosa lección pastoral!! Al dirigir su libro a las 12 tribus en la dispersión estoy seguro que Santiago estaba muy consciente de los sufrimientos, calamidades, atropellos y dolores que estaban sufriendo aquellas personas en el exilio. Estos exilados fueron llevados por la fuerza hacia otro país. Despojados de sus bienes y enseres personales por el conquistador, tuvieron que abandonar sus terruños, familiares y amigos, sus bienes. Dejaron todo lo que amaban y pasaron a vivir una vida totalmente extraña para ellos. Ahora se encontraban dominados, rechazados, burlados y maltratados en el país conquistador. A ellos dirige Santiago su Epístola. Quiere darles ánimo y enseñarles el evangelio, las buenas nuevas para las víctimas de un sistema opresor. Les quiere dar esperanza de liberación dentro de esa realidad.
En el primer capítulo les habla de pruebas por las cuales pasan y cómo resistirlas, tentaciones que deben soportar, paciencia, sabiduría y fe que deben tener. La fe perseverante tiene como meta la perfección, que se alcanza cuando se une la opción por los pobres y el seguimiento de Jesús (Ver caso del Joven Rico en Mat. 19:16-22). Las pruebas tienen dos aspectos positivos: son motivos de alegría y son oportunidades para madurar en la fe. La alegría en medio de las pruebas muestra la difícil situación social y espiritual que padecían los hermanos en el exilio. Pero también es un llamado para tomar conciencia y optar por el Proyecto de Jesús que trae liberación de esas calamidades. Santiago les da ánimo llamándolos “primicias de sus criaturas”, les dice que esperen cosas buenas del Padre de las luces, que no se enojen y aprendan a oír sin malicia, pero no solo oidores, sino hacedores de la palabra. De una vez los invita a que hagan buenas obras, que se conviertan en hacedores activos, así pueden llegar a ser bienaventurados.
En el mismo capítulo se refiere a un importante aspecto del tema que deseo destacar. Habla a los pobres y a los ricos. Lo hace de manera muy clara, atribuyéndole una característica específica a cada grupo. Esto se ve claro en los versículos del 9-11. “Al de humilde condición, gloríese en su EXALTACION”. Esa es la esperanza escatológica del pobre. Una “exaltación” presente que se proyecta hacia el futuro. Santiago prosigue “Pero el que es rico, en su HUMILLACION”. Entonces agrega una metáfora para ilustrar la palabra “humillación”; “porque él pasará como la flor de la hierba. Porque cuando sale el sol con calor abrasador, la hierba se seca, su flor se cae, y perece su hermosa apariencia; así también se marchitará el rico en todas sus empresas.” Estos tres versículos (9-11) me impresionaron en gran manera. Estuve obligado a paralizarme. Por largo rato pensé, medité, oré, me interrogué sobre su significado, luché para encontrarle una explicación satisfactoria a mi acostumbrada manera de pensar. En ese momento solo se cruzaron por mi mente algunos proverbios de Salomón y Salmos de David que decían algo semejante. Recordé a los profetas del A.T. Isaías, Miqueas y Amós que ratificaban lo dicho por Santiago; revisé rápidamente las enseñanzas de Jesús sobre el tema y concluí que su opción por los pobres estaba claramente definida en los cuatro evangelios. De allí que no pude encontrar argumentos para evadir las contundentes frases de los versos 10 y 11: “pasará (el rico) como la flor de la hierba”, “La hierba se seca”, “perece su hermosa apariencia” y luego quedé frío con la enfática declaración “así también se marchitará el rico…”. Empecé entonces a comprender la cosmovisión de Santiago. Su primer principio socialista. Para él, en una sociedad no puede haber ricos y pobres. Explotados y explotadores. Unos que tienen muchas riquezas y disfrutan ampliamente de los bienes y otros que no tienen nada. Al contrario, Santiago apela por una sociedad igualitaria, donde reine el amor, la justicia y la solidaridad entre seres humanos. Reconozco que Santiago no se opondría a las enseñanzas de su maestro y amigo Pablo de que “Dios no hace acepción de persona”. La prueba es que Santiago llama “hermanos” tanto a los ricos como a los pobres. Porque también los ricos tienen esperanza de salvación, pero tienen que aprender a ser humildes y justos. Tienen que volverse al Dios de la vida y de los pobres. Tienen que abandonar la codicia y la injusticia. Tienen que aprender a vivir en igualdad y solidaridad con los demás. Es una dura lección que los ricos tendrán que aprender para poder entrar al Reino de Dios.
El capítulo 1 culmina haciendo referencia a “la religión pura y sin mácula,” echando por tierra todos aquellos conceptos y prácticas eclesiásticas erradas, centradas en el aspecto cultico y ahora anuncia un nuevo principio socialista, dice: “…visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo” (1:27). Aquí la acción supera la constricción, las obras concretas superan la contemplación.
El capítulo 2 continúa con dos importantes principios socialista y creo que representan la médula espinal de todo el libro y la enseñanza clave de Santiago para aquellas comunidades cristianas. El primero es una amonestación contra la parcialidad o la discriminación, dirigida a los pastores y altos líderes de las iglesias de la zona. Santiago dice: “Porque si en vuestras congregaciones entra un hombre con anillo de oro y ropa espléndida, y también entra un pobre con vestido andrajoso y miráis con agrado al que trae la ropa espléndida…” Inmediatamente sobreviene una pregunta interpeladora “¿No hacéis distinciones entre vosotros mismos, y venís a ser jueces con malos pensamientos?” (vers.2-4).
La idea es que no se puede hacer acepción de personas; sin embargo, en aquellas iglesias se estaba practicando un contra-socialismo, no aceptado por Santiago, quien hablaba en el nombre del Señor. Eso va también contra aquellos ricos, pertenecientes a las comunidades cristianas y que acostumbraban considerar inferiores a los pobres. Pero Santiago luego da un contundente dictamen sobre los pobres. El versículo 5 dice: “Hermanos míos, amados, oid: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman”? Ya la opción por los pobres no está solo en el mensaje de Jesús, sino que ahora lo retoma Santiago y lo vuelve a anunciar a esas comunidades cristianas. Algo para pensar.
La segunda parte del cap. 2 enseña que la fe sin obra es muerta. Santiago destaca y le da fuerza a la necesidad de obrar de manera concreta. Es la praxis revolucionaria requerida para hacer surgir al hombre nuevo. Aclaro que Santiago no está defendiendo la salvación por las obras. Pero tampoco defiende el ejercicio del seguimiento a Jesús sustentado en un estado de mera contemplación, transfiguración, canticos de alabanzas, encierros en los templos. Ya Santiago había dicho antes que la religión pura consiste en visitar a los huérfanos y a las viudas. Creo que él estaba muy bien sintonizado con aquella enseñanza de Pablo que decía “Porque somos hechuras suyas, creados en Cristo Jesús para buenas obras…” (Ef. 2:10).
Eso implica llevar a cabo un plan de acción concreto, utilizando tiempo, espacio y movimiento físico y mental. Se requiere tener disposición positiva y dedicación por atender las necesidades y problemas de la gente. Así como lo hizo el Buen Samaritano con aquel hombre tirado en el camino. Así como lo hizo Jesús en su vida y ministerio en solo tres años. Así como lo testimonió la iglesia primitiva, según Hech. 10:38-39, cuando dice: “…y como éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos… y nosotros somos testigos de todas las cosas que Jesús hizo… Si en el socialismo la ortopraxis debe acompañar a la ortodoxia, en el cristianismo la fe y las obras no pueden andar separadas, porque la fe sin obra es muerta.
El cap. 2 finaliza con una serie de afirmaciones socialistas: “porque El (Cristo Jesús) es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno…aboliendo en su carne las enemistades…para crear en si mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz… y matando las enemistades.” Cierto que el socialismo no es el evangelio ni viceversa, pero hay una tremenda coincidencia en las características, principios y valores que ambos defienden como parámetros para vivir una vida digna en el mundo. La dignificación del hombre ha sido siempre la voluntad de Dios. Eso es lo que, a fin de cuenta, busca el evangelio como buenas nuevas. Eso está implícito en el concepto de salvación o liberación.
La forma o estilo en que está escrita la Epístola nos indica que al inicio menciona los temas a tratar y luego los retoma en otros capítulos. Es lo que ocurre con el tema de los ricos vs los pobres. Como no intento cubrir todos los capítulos y detalles del libro, me remito al último capítulo (5); solo para destacar dos grandes aspectos: Los ricos opresores y la exhortación a la paciencia y la oración del pueblo oprimido. La primera parte es un duro mensaje contra los ricos opresores. Santiago dice, ahora van a llorar y aullar por las miserias que les vendrán.
En general es un mensaje profético y de condenación, pero hace señalamientos específicos a las riquezas mal habidas. Dice que sus riquezas están podridas y las ropas de los ricos están comidas por la polilla. Que su oro y su plata están llenos de moho. Que el moho va a testimoniar contra ellos. Los acusa de haber vivido una vida de lujo, deleites y placeres, de haber engordado sus corazones y se les acerca el día de la matanza y que han condenado y matado al inocente sin que él les opusiera resistencia. El versículo 4 hace mención al maltrato e injusticia de los ricos hacia los pobres en relación al salario. Los obreros habían labrado las tierras de los terratenientes y habían cosechado los frutos, pero en lugar de ser recompensados con su jornal, más bien los engañaron y no les pagaron. La historia se repite diariamente.
Es el típico panorama que hoy encontramos entre la relación ricos y pobres. Entre los terratenientes y los obreros que trabajan sus tierras. Se siguen valiendo de la inocencia y sencillez del pobre para explotarlos. Pero aquí nos encontramos con un Apóstol de Jesucristo que sale en firme defensa de los pobres y condena y desenmascara la injusticia de manera contundente.
Pero hay algo más y más fuerte todavía. Se trata de que Dios mismo actuará contra la injusticia y a favor del pobre. La última parte del verso 4 dice: “El clamor de los cosechadores ha llegado a los oídos del Señor Todopoderoso.” Santiago identifica a Dios con la causa de los pobres. El será su gran defensor. El Todopoderoso, el Señor de los ejércitos irá contra los ricos opresores. Ni Dios ni Santiago soportan la extorsión y la explotación de los pobres.
Ya el A.T. condenaba abierta y explícitamente estas prácticas injustas. En Deut. 24:14 dice: “No oprimirás al jornalero pobre y menesteroso, ya sea de tus hermanos o de los extranjeros que habitan en tu tierra dentro de tus ciudades.” Este principio socialista se mantiene a través de toda la Biblia y ahora se retoma en Santiago. Los ricos condenan y matan al inocente cuando lo privan de un salario digno para vivir, cuando le quitan sus posesiones manipulando los tribunales y comprando a los jueces o cuando ejercen la violencia contratando mercenarios para liquidar a los pobres y sus familiares. Pero ahora Dios se une a los pobres y los defenderá contra estas injusticias. Dios es la esperanza del pobre y el necesitado. Es el Dios de las víctimas de cualquier sistema injusto.
El libro termina haciendo una exhortación espiritual y realista a los pobres. Los invita a tener paciencia y orar. Les da un ejemplo agrícola para que esperen la lluvia que da buena siembra y buena cosecha. Símbolo de esperanza y alegría para el labrador. Pero es tiempo de espera, todavía no ha llegado la cosecha. Mientras tanto no deben murmurar, ni juzgar, no jactarse ni actuar con soberbia. Deben tomar como ejemplo de aflicción a grandes hombres de Dios en la historia como los profetas, a Job y a Elías y cuando se sientan muy afligidos o enfermos entonces, llamen a los ancianos y oren porque “la oración de fe salvará al enfermo.” En la mente y mensaje de Santiago en su Epístola, prevalece ese sentido comunitario, de intimidad y fraternidad que es también propio del socialismo auténtico.
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