Debido al irrefutable fundamento bíblico, evangélico y teológico de la «opción por los pobres» -marca registrada de la teología latinoamericana de la liberación-, y dada la fuerza de su propia evidencia interna, la única posibilidad de combatirla ha sido la estrategia de desnaturalizarla, convirtiéndola en «preferencial» y pretendiendo que su fundamento fuese la «Gratuidad» de Dios, con lo que resultaría susceptible de ser desplazada al campo de la caridad asistencialista políticamente conservadora. Algunos teólogos de la liberación parecen haberse acomodado a esa estrategia. El autor la denuncia y muestra que la opción por los pobres es no es preferencial sino alternativa y exclusiva, y que no se basa en la Gratuidad de Dios sino en su Justicia.
Situación de la cuestión
Siempre dijimos que la OP[1] se fundamenta en Dios mismo, en el ser de Dios, y que tiene por tanto naturaleza «teocéntrica»[2]: de alguna manera, podemos decir que Dios mismo hace opción por los pobres[3], Dios «es» opción por los pobres. Y era un consenso universalmente sentido que esta OP se basaba precisamente en el Amor-Justicia del Dios bíblico y cristiano[4].
Sin embargo, con el advenimiento de la «crisis de la TL», algunos autores suavizaron su discurso sobre la OP, prefiriendo abandonar la perspectiva del Amor-Justicia[5] y sustituyéndola casi completamente por la de la «gratuidad» de Dios como fundamento de la OP. En este nuevo planteamiento, Dios, simplemente «prefiere» a los pobres, tiene una «debilidad» misericordiosa, una «ternura» incontenible hacia ellos, y a este hecho no habría que buscarle muchas razones, precisamente por ser «gratuito».
La OP resultaría ser una especie de «capricho» de Dios, hacia los «pequeños, los débiles, los insignificantes». De éstos sería de quienes hoy habría que hablar, y no ya de «los pobres» en el sentido fuerte[6] del discurso clásico, que hoy estaría ya sobrepasado. La misma teología de la OP debería desvincularse del tema fuerte de la Justicia y ser adjudicada al tema suave de la gratuidad.
Mi tesis es que este corrimiento o desplazamiento del acento desde la Justicia hacia la Gratuidad de Dios como fundamento de la OP deteriora y finalmente malversa dicha opción -consciente o inconscientemente-, al convertirla en una simple "preferencia", un "amor preferencial", una simple prioridad de orden en la caridad[7], dejando de ser una verdadera «opción», una toma de partido disyuntiva y excluyente, como una opción fundamental, fundada para nosotros en la misma naturaleza de Dios.
No niego que tenga algún sentido afirmar que «Dios tiene una preferencia gratuita por los pequeños y los débiles»; pero sostengo que tal «preferencia» no puede ser identificada en un sentido preciso con la OP, ni mucho menos puede ser puesta como fundamento de la misma. Confundir la OP con esa «preferencia de Dios hacia los pequeños y los débiles», o con el llamado «amor preferencial por los pobres», y aplicarle el mismo nombre de OP, es ser víctima de la confusión, o ceder ante la estrategia de quienes han intentado resignificar y ocupar el término OP para despojarlo de su contenido propio.
La OP original y clásica latinoamericana, la típica de la teología y la espiritualidad de la liberación, la OP por la que murieron nuestros/as mártires, y que también nosotros consideramos «firme e irrevocable», es otra, y debe ser distinguida de cualquier sucedáneo. Una fidelidad valiente y lúcida debe rechazar consciente y explíticamente esta pretendida fundamentación de la OP en la «gratuidad» de Dios. Es lo que quiero ayudar a aclarar tratando de reencuadrar teológico-sistemáticamente la naturaleza misma de la OP.
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